sábado, 27 de enero de 2024

El Tesoro extraterrestre de Villena

¡Uy! Menos mal que esquivó esa bala Iker Jiménez cuando le dedicó uno de sus programas de Cuarto Milenio al descubrimiento del Tesoro de Villena. Como en aquel entonces su misterio residía únicamente en que era una ocultación sin mucho más contexto que el recipiente que lo albergaba, pues el programa no se fue mucho por los cerros de Úbeda y sorprendentemente hasta se quedó como una interesante promoción divulgativa de lo asombroso que fue el hallazgo de Soler y su equipo.

Menos mal... Porque a estas alturas ya todo el mundo se ha enterado de la publicación de un informe en la revista del CSIC Trabajos de Prehistoria, donde se resumían los estudios realizados sobre el mismo que apuntaban a que las piezas 67 (un brazalete de hierro) y el conjunto 46/47 (un remate o casquete semiesférico de hierro adornado con chapa calada de oro), estarían producidas con un tipo de hierro que no se corresponde al típico que se pudiera extraer del que se tiene más a mano en la superficie terrestre, sino al proveniente de un meteorito. Vamos, hierro extraterrestre, lo que le faltaba a mucha gente para darle fuelle a lo que ya es interesante de por sí del Tesoro, con los misterios que plantea (a nivel científico), para subirse al carro de los OVNIS, aliens y marcianitos (en serio, ya hemos visto unos cuantos flipándose a gusto).

Las piezas en cuestión de hierro de meteorito.

Por eso nos parece interesante aclarar todo esto del meteorito. El caso es que muchos aún recuerdan que el propio Soler, cuando le venía la típica visita de estudiantes, curiosos o turistas para ver el Tesoro, les solía montar todo aquello de abriles el famoso arcón blindado y les preguntaba por qué pieza les gustaba más o con cuál se quedarían. Ante las evidentes respuestas relativas al famoso brazalete 29, los cuencos más elaborados o los populares frascos de oro, él aprovechaba para romperles los esquemas. Afirmaba que si se le hiciera la misma pregunta a los antiguos coetáneo del Tesoro de la Edad del Bronce, seguramente se matarían por la pieza más fea y menos llamativa de todas pero probablemente la más valiosa a sus ojos: El dichoso brazalete de hierro (pieza 67).


¿Que porqué son tan importantes esas dos piezas de hierro? Pues porque si te han fijado bien, estamos hablando de una datación de finales de la Edad del Bronce en Villena y eso está a una edad más lejos en el tiempo que la Edad de Hierro, vamos, que estamos en un momento muy anterior al dominio de la metalurgia del hierro terrestre, que por estos lugares ni se la olía. Efectivamente, ya en vida de Soler se la valoraba como las piezas de hierro más antiguas de toda la península ibérica. Por eso tendría sentido que este metal fuera considerado como "atesorable", junto al oro, la plata y el ámbar, para los pobladores del Bronce, que lo verían con el mismo asombro con el que las gentes del Renacimiento se rayarían  al ver a Da Vinci con un iPhone.  

Por fechas nos ha venido de perlas para
 aprovechar el tirón promocional en Fitur.

Claro, eso hacía saltar el sentido arácnido del pensamiento crítico de muchos investigadores que restaban antigüedad al conjunto hasta un periodo donde fuera más plausible la presencia de piezas de hierro, como muy entrado el Bronce Final o ya a  principio de la Edad del Hierro. Pero la semana pasada salía al rescate esta publicación del CSIC de la que se han hecho eco en los principales medio nacionales.


Desde los inicios de procedimientos para una toma de muestras inicial, allá por 2007, se han realizado unos análisis de espectrometría por fluorescencia de rayos X en los laboratorios del Museo Arqueológico Nacional, que acabaron revelando unos niveles de Níquel en la composición del metal de ambas piezas muy por encima de los característicos para materiales hechos con el hierro del manto terrestre donde suele aparecer a niveles traza. Posteriores análisis por espectrometría de masas con ablación láser y fluorescencia de  rayos X por dispersión de energía del Centro de Arqueometría Curt-Engelhorn (CEZA) de Mannheim (Alemania), revelaron niveles de níquel por encima del 5% en peso, lo que señalaba un origen meteórico.


Al comparar los ratios de Ni/Fe y Ni/Co, las dos piezas se alineaban con los correspondientes a distintas muestras de meteoritos y otros materiales arqueológicos meteoríticos pre-Edad del Hierro. Vamos, que el secreto reside en que antes del avance tecnológico para la fundición del hierro terrestre, el poco hierro metálico del que se podía disponer era principalmente el de los meteoritos. Según el estudio, esto sigue haciendo viable su posible vinculación en ciertas similitudes con el Tesorillo del Cabezo Redondo o con los momentos finales de su ocupación, hace más de 3200 años. 

Eso sí, nos encantan las imágenes por inteligencia
artificial que se marcan ciertos "medio cuestionables", para
 ahorrarse derechos, citas o el curro, directamente.

Resumiendo, que seguimos sin poder acotar mejor el margen de antigüedad del Tesoro, por lo que su misteriosa ocultación seguirá dando que hablar pudiendo ser tan antiguo. Por supuesto, aclaramos que lo que vino del espacio es el material del que está hecho, no el Tesoro en sí, palomicas.


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