jueves, 8 de enero de 2015

Los miedos de las efigies

A raíz de los trágicos acontecimientos sucedidos ayer en la capital gala no han faltado comentarios por aquí que resucitan cosicas que creíamos olvidadas:


Coñas aparte, se trata de un tema muy serio. Pero, de todas formas, no tiene sentido el preocuparse por nuestras tradiciones. Entre otras cosas porque no es la primera vez que sale el tema de La Mahoma y los fundamentalismos islámicos. Ya hace casi una década que varias localidades dieron la puntillica final a sus tradiciones más polémicas. Pero algunas tiempo ha que decidieron directamente eliminar sus propias efigies. Una pena.


Aludían a una supuesta falta de respeto u ofensa, cuando la comunidades islámicas de nuestras comarcas ya se posicionaron, considerando que son tradiciones festeras antiguas sin pretensión de ofensa y que ya no quedan rastros de cualquier falta de respeto a la religión (hace más de un siglo que no se vuelan testas ni se las arroja a fuente alguna en este pueblo).

Las mimamos.
En Castalla hasta le han hecho una camica con dosel.

Y más razón tienen al comprobar el enorme respeto y cariño que sienten los festeros por estos muñecos. Baste con recordar las reacciones en Biar cuando se incendió nuestra Mahoma en el castillo. Casi nos declaran la guerra, antes de ver que, en Villena, bien nos podría haber afectado más que a ellos este incidente, en el fondo de nuestros corazoncicos festeros.


Por eso, por ser un símbolo de alegría, de fiesta, de unión y alianza entre pueblos, por ser tan respetada y querida, nos hemos tomado la licencia de poner en boca suya lo que seguro que debiera pensar (de tener tantos hilicos como para tener opinión):


Seamos serios. Nuestras costumbres molan, nos llenan de buen rollo, nos emocionan y nos definen. Ni ofenden, ni lo pretenden. Y si alguien se ofende, ése es su problema, no el nuestro. Ya vale de miedos tontos, ¡Pijorra!.

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