viernes, 5 de abril de 2024

Carroza peliculera

Pues aquí que rebuscando cosas sobre los orígenes de la música festera (que hasta en Pascua hay tiempo pa aburrirse), en el apartado de las marchas moras, acabamos llegando como primer ejemplo más claro de algo que sí se aproxima a lo que entendemos hoy como marcha mora en la zarzuela de José Serrano "Moros y Cristianos", de 1905. Está ambientada en la ficticia localidad alicantina de Almacera, donde en su embajada cristiana es el embajador moro (aquí pluriempleado también como capitán moro) el que se acaba saltando el guion cargándose a leches al cristiano al descubrir, en plena representación, que le había puesto los cuernos con su señora.

En la imagen no se
aprecia la cornamenta.

Pero lo de porqué esta zarzuela, basada en las fiestas de nuestras tierras, desmonta lo que se suele comentar acerca del origen de las marchas moras ya lo veremos con más detenimiento otro día. Lo que hoy os traemos es otra curiosidad de esas que parece llamar más la atención a nuestro ocasional lector (los cuatro que queden). Porque esta zarzuela tuvo su adaptación al cine en 1926 por Maximiliano Thous, director que también adaptó otras zarzuelas como La Bruja de Chapí y que aquí se marcaba un Juan Palomo al ser también autor de parte del libreto de la zarzuela original del maestro Serrano.

La peli es más "soft": No llega a haber adulterio y
 al capitán cristiano lo reviven las cartelas de rótulos.

En esta versión, la fiestas son las de otra población ficticia: Benifontana. Al comienzo aparecen dos breves escenas de lo que parecen ser tomas reales de unas fiestas de las que hemos oído que podrían pertenecer a una embajada en Bocairente, en Onteniente o hasta en Onil. También habíamos escuchado anécdotas de unas tomas que se grabaron más o menos por la época en el propio castillo de la Atalaya con festeros de Villena simulando un combate, pero en la única copia que se conserva no aparece en ninguna parte del montaje (ojo que esta peli no llegó ni a estrenarse ni a tener un montaje definitivo).

El caso es que en la primera de estas escenas sale la misma carroza que 5 años antes habían sacado los Marinos Corsarios en las Fiestas de Villena de 1921. El asunto cuadra, porque en aquella época tampoco es que fuera una comparsa muy boyante y por no costearse una propia acabaron trayendo esta carroza desde su anterior bolo por Onteniente, por lo que esta barcaza con ruedas estaba rondando por la zona durante aquella década.

Esas abundantes comparsas de Marineros de la
época, figurando hasta en pelis del momento.

Comparad si no el fotograma de arriba de la peli con esta fotico de la Entrada de Villena del 1921.

Aquí, con las velas aún sin cambiar y con
un cuadro de la Morenica pegao a la proa.

Ahora, con tanta cámara, es muy fácil localizar la trazabilidad de trajes, carrozas, decoración, escuadras o boatos por toda la geografía festera. Pero que hayamos podido lograrlo en el mundillo festero de hace un siglo tiene su miga.  

Todavía faltaba un porrón de años para que llegaran las carrozas-barco más míticas como el barco Coraje de los Corsarios o en los Piratas el galeón de tela o la carroza de la Tortuga, pero es un pedacico de historia festera bastante curioso.


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