Se puede levantar un huracán, que suframos un apagón o hacer un calor o frío de miedo, pero en Villena el festero resiste y aguanta lo que le hechen, desfila en las condiciones más duras, incluso si se ha pimplao previamente varias cantimploras y vaya haciendo eses.
Pero hay algo temido, mu temido, motivo de que septiembre protagonice nuestras cabañuelas, de que miremos el cielo cada minuto, de que todo el mundo sepa la predicción de la casa La Parrala...
Efectivamente, tememos bastante a la lluvia, porque en esos días el agua no suelen ser cuatro gotas, cae todo lo que no ha caído en verano.
¡¡Repijorra!!, ya se han jodío fiestas. |
Por ello, El Orejón propone una serie de medidas para prevenir o evitar que un chaparrón arrastre filas de sillicas de plástico por una calle Joaquín María López convertida en río:
1. Acudir a las reservas de nativos norteamericanos y secuestrar a sus chamanes. Nada de danzas de la lluvia por una temporadita.
2. Construir un súper paraguas gigantesco que cubra todo el recorrido de los desfiles. Así desfilaremos a la sombrica, sin sudar ni ná.
3. Poner a un guardia de tráfico nuboso ahí en las alturas desviando los frentes borrascosos a otras poblaciones.
4. Siguiendo las formas de la anterior medida se podría colocar un peaje de pago para que las nubes se lo piensen antes de pasar por nuestros cielos.
5. Bebernos el agua de la lluvia. Así al menos no se mojan las capas de los trajes, que cuestan un pastón.
6. Poner a todos los tenistas de Equélite a devolver las gotas arriba con reveses y derechazos a lo Ferrero.
7. Decirle al cielo que este año no hacemos fiestas, así no se divertiría tanto fastidiándolas.
8. Incluir en la indumentaria oficial de cada comparsa dos nuevos elementos: paraguas y chubasquero.
9. Estar todos a gusto, por aquello de "Nunca llueve a gusto de todos". (Sí, lo sé, chiste malo)
10. No hacer nada y subirnos todos al barco Coraje de los corsarios y a las carrozas piratas.
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