El Orejón. Colabora

jueves, 18 de agosto de 2016

Las increíbles consecuencias de la "Longitud de Planck-Soler" (Parte II)

Por si se os ha pasado en el título, esto es una segunda parte. si buscáis la primera pinchad aquí: ¡Pinche aquí, pijorra!. El caso es que, como decíamos ayer, las consecuencias de ese artículo ficticio sobre física de José María Soler son más que graves de hacerse realidad. 



Empezamos aclarando cosicas con un poquico de física. Tranquilos que es rápido e indoloro. Las cosas de la fiestas, de Villena y de todo el resto del universo se rigen por las leyes de la física que todos estudiamos en el cole o en el insti. El problema está cuando nos vamos a escalas más pequeñas que una miguica de rollo de vino en la puerta de la casa de los Maseros. A escalas mucho más chiquiticas las leyes de la física clásica (la de Newton) e incluso las relativistas (las de Einstein) parece que son otra historia por la mera cuestión de que hablamos de cosas tan pequeñas que ciertas minúsculas interacciones ya no son tan despreciables como en nuestro mundo de las cosas grandecicas (tan grandes como el perro del Saborit o la Vía Láctea, por ejemplo).



La frontera entre lo "demasiado pequeño" y lo "suficientemente grande" para cumplir o no según qué cosas es la famosa constante de Planck, un número mu chiquitico, pa que lo veáis es así de chiquitico: 


0,000000000000000000000000000000000662606957 Julios·segundo


Se suele representar como h, o en su forma dividida entre 2π (ħ), llamada "h barra", para facilitar calculicos tó rechulos. Esta constante define en términos gravitatorios la llamada longitud de Planck. La cuestión es que la fictitcia aportación de Soler consistía en un caso especial de modificación de esta longitud por "enfarinamiento festero" (longitud de Planck-Soler):

Sí, es una fotico al Día 4 Que Fuera. Somos así de cutres.

De darse esa situación, la escala de aplicabilidad de aspectos cuánticos (no continuos) se amplia considerablemente, tan considerablemente como la longitud de la Corredera. En esa situación digamos que si la banda empieza a tocar La Entrada, el Día 5, si arranca cuando el público suelta aquello de "Villenaaaaa", pues con el "Vi..." estarían al inicio del desfile, cuando suena "...lle..." se verían inmediatamente en la Plaza del Rollo sin haber recorrido la distancia intermedia (así, de golpe), con el "...naa..." estarían a la altura de la tribuna de autoridades y antes de acabar la palabra se habían visto aparecidos de súbito en la Puerta de Almansa. De esta forma, cuando quieran acabar el famoso pasodoble se encontrarían, tras algunos saltos, en Hellín (no en las Casicas, sino en Hellín, provincia de Albacete). 
  
La Banda Cuántica de Villena

Pero la cosa no acaba ahí, esta variación de la realidad implicaría que todo lo que es más grande que un átomo no funcione como funciona actualmente. Vamos, que ni existiría la Municipal, ni tú ni el universo como lo conocemos hoy. Para adecuar esta variación festera a un mundo macroscópico con cierta coherencia habría que recalibrar esa constanete universal de Planck, haciéndola mucho más grande, por lo que surgirían también otras curiosas consecuencias (de ser posible ese teórico y divertido universo). Esto es debido a que la dichosa "h" es la clave del principio de incertidumbre de Heisenberg (no poder predecir al mismo tiempo con precisión la posición y el momento lineal).

Que no, no es Walter White, es el otro Heisenberg y
este es el fundamento de su famoso y puñetero  principio.

En estas condiciones el Tito, desfilando un Día 5, experimentaría un desfile muy lisérgico:

Si mantiene su velocidad de ritmo de desfile constante, al son de la música, se asustará al no saber exactamente si esta al frente de los Moros Viejos o si desfila al lado del Kerrecle con los Corsarios. Si el pobre hombre se centra en ver, por el contrario, dónde pijorra está, se tranquilizará al comprobar que sigue a la altura de los Salesianos, pero no podrá estar seguro de si está parado jodiendo el desfile al resto de comparsas, si se ha pasado a la lenta marcha mora o si va montado en el AVE.

El Tito o sabe dónde está o a qué velocidad va. Pero a la vez, no.

Pero lo mejor del asunto es que tampoco estaría muy seguro de "cuándo" se encuentra, especialmente si comprueba que lo mismo no han pasado ni cinco minutos y ya se encuentra en el Día 9... Delante del mismísimo Panchana... En las fiestas de 1949. De esta forma sería posible sorprenderse de ver cosas como la comparsa de Romanos, la del siglo XIX, desfilando en 2016 entre Almogávares y Cristianos, un bloque de Nazaríes abriendo la Cabalgata a marcha cristiana, el mismísimo y medieval Príncipe Don Juan Manuel flipando en la tribuna o los chiquillos de los Piratas, mu serios, procesionándose una Retreta. 

Pues eso, un descojone. ¡Vivan las fiestas cuánticas y Día [h/2π] Que Fuera !

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