Creíamos sorprendidos, por un momento, que en este pueblo habíamos sabido aguantar bien el haber pasado un septiembre sin desfiles ni actos festeros, un año con Fiestas aplazadas. Pero no. En este pueblo, el sentir festero está cercano al fanatismo y es una cosa tan metida en nuestras carnes que afectar nos afecta, aunque no nos enteremos.
Muestra de lo que nos ha afectado al coco son estas imágenes, tomadas aquí, que tanta popularidad han alcanzado en la redes:
Estas son, ilustres lectores, las terribles consecuencias ocultas que nos deja el no haber tenido Fiestas.
Parece que nos ha dejao un poco tocaíco el cerebro.
Aunque visto de otro modo, a lo mejor nos ha puesto más finos en temas de poesía gráfica y del post-humor más cuidado.
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