Como recordaba el alcalde, así, dejándolo caer na más acabar las fiestas, para obtener la deseada declaración de que nuestras Fiestas sean Patrimonio de la Humanidad (porque lo de Interés Turístico Internacional ya se nos va quedando corto), resulta que hay que cumplir unos requisitos... Y entre ellos pasaría por tener que contextualizar la Conversión.
Entiéndase "contextualizar" como ponerle la nota explicativa al lado del cuadro. |
La solución es bien fácil. José Fernando Domene, que aparte de dos veces doctor (una en historia de los moros y cristianos) es además el director de embajadas. Siempre introduce con unas palabricas qué es lo que vamos a ver, dónde y qué es lo que vamos a escuchar, antes de cada representación de la Conversión.
Basta con que, en esa introducción, explique qué es el texto, sus partes, su valor literario, la obra, de cuándo data (en el fondo esto ya lo hace siempre) en qué contexto se representaba en la época y con qué fines. Vamos, que situando la obra actual en su contexto histórico, su función, su tiempo y su filosofía adoctrinadora-propagandística-difusora de dogma, ya no pasa ná. Se entiende y comprende perfectamente todo el texto y nos podemos centrar en valorar lo emotivo de la interpretación.
Lo que hay que exprimir a saco es esta imagen que se da al final. |
Porque aún nos sigue poniendo los pelicos como escarpias algunos momentos de la función. Que los embajadores son la leche de buenos. Y eso nos mola.
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